Las lesiones en el fútbol femenino se reparten diferente entre mujeres y hombres debido a sus diferencias fisiológicas, anátomicas y biomecánicas. En este post analizamos el porque de esta diferencia y cuales son las más grandes en la epidemiología lesional en fútbol
Introducción
El fútbol pertenece al grupo de deportes sociomotrices, de cooperación/oposición, donde existe un espacio común estandarizado y de participación simultánea (Mercé, 2003).
Siguiendo a Ali (2011), el fútbol es el deporte más popular y con mayor participación y expectación en el mundo. Su crecimiento en las últimas décadas ha sido espectacular, así, se estima que en 1984 lo practicaban algo más de 60 millones de licencias federadas, en 2009 este número había ascendido a 250 millones (Llana-Belloch, Pérez-Soriano y Lledó-Figueres, 2010).
Según Llopis-Goig & Alabarces (2009) este gran auge ha sido debido a diferentes causas como los recursos económicos que lo sostienen, “las implicaciones políticas y socioculturales que lo acompañan”, el público que moviliza y la gran repercusión mediática que conlleva tanto a nivel nacional como internacional.
Concretamente, el fútbol femenino es un deporte que está en continuo crecimiento en todas las partes del mundo. Según la FIFA (2014) se juega oficialmente en más de 100 países con un total estimado de 30 millones de jugadoras alrededor del mundo. Es más, según Yanguas, Til y Cortés (2011) el número de licencias ha aumentado en la última década un 250% en Suiza, un 210% en Estados Unidos y un 160% en Alemania.
La participación deportiva conlleva cierto riesgo de lesión y cada deporte en concreto, tiene su propio perfil lesional.En el caso del fútbol, la mayoría de las lesiones sufridas se ubican en las extremidades inferiores y causan daños en los tejidos blandos (Rodríguez-Miñón, 2011), debido a la naturaleza propia del juego.
Incidencia lesional
Según Del Coso, Herrero & Salinero (2018), varios estudios sobre lesiones han demostrado que el 48% –70% de las jugadoras de fútbol de élite sufren aproximadamente una lesión durante la temporada. Se ha demostrado que la tasa de lesiones durante el entrenamiento varía de 1.0 a 4.6 por 1000 h de exposición. Y, al igual que sucede en los jugadores de fútbol, las jugadoras corren un mayor riesgo de sufrir lesiones durante un partido en comparación con los entrenamientos, con tasas reportadas que varían de 6.1 a 24.0 por 1000 h de exposición en competición.
En diversos estudios se ha ubicado la mayoría de las lesiones en las extremidades inferiores (Giza, Mithöfer, Farrell, Zarins & Gill, 2005). Concretamente, las rodillas, los tobillos y los muslos son las zonas más habituales en mujeres, siendo la rodilla la más frecuente en las lesiones graves.
Concretamente en España, Del Coso et al. (2018) analizaron en su estudio “Spanish female soccer players” a un total de 12.857 jugadoras (≥18 años) y 12.540 jugadoras menores de 18 años, con licencia en la Real Federación Española de Fútbol, que compitiesen en ligas nacionales oficiales.
La lesión más común afectó a las articulaciones y/o ligamentos (934, 44.3%), mientras que 577 (27.4%) de las lesiones totales fueron contusiones, y 307 (14.6%) fueron lesiones musculares y tendinosas. Además, las lesiones óseas y del sistema nervioso fueron el tipo menos frecuente en las jugadoras de fútbol femenino.
A través de esta investigación se pudo observar que la población femenina tenía un alto riesgo de lesión en las extremidades inferiores (74% del total de lesiones reportadas) y, aproximadamente, la mitad del total de lesiones localizadas afectaron principalmente a la rodilla y a la articulación del tobillo (con un 30.4% y un 17.9%, respectivamente). Por norma general, las lesiones de miembros superiores y cabeza o cuello se produjeron con mayor frecuencia en incidentes de contacto, mientras que las lesiones de miembros inferiores se asociaron en mayor proporción con incidentes sin contacto(p <0,001).
Concretamente, las lesiones de ligamentos (con un 38.5% de las lesiones totales) fueron las más comunes dentro de la categoría “lesiones de ligamentos y contusiones”. De hecho, parecen ser las más comunes tanto en hombres como en mujeres, siendo la proporción más elevada en ellas, según los resultados obtenidos del presente estudio durante un año.
Lesión del ligamento cruzado anterior (LCA) y factores de riesgo
Cabe incidir, especialmente, en que las jugadoras de fútbol femenino son más propensas a sufrir lesiones en el ligamento cruzado anterior (LCA) con un 39.2%, teniendo en cuenta las lesiones de la rodilla en su conjunto, seguido del ligamento colateral lateral (35.6%).
Hay algunos factores de riesgo que condicionan la rotura del LCA y que son determinantes en el sexo femenino. Del Coso et al. (2018) alegan que los factores hormonales como el estrógeno, la progesterona y la relaxina, asociados con las fases menstruales, incrementan la laxitud de los ligamentos con lo que disminuye el rendimiento neuromuscular y, como consecuencia, podrían ejercer un papel en la estabilidad pasiva y activa de la rodilla en las atletas. Recalcar, además, que durante una temporada las jugadoras lesionadas mostraron una laxitud articular más general que las jugadoras no lesionadas, y eso fue visto como un predictor significativo de lesión de rodilla. Algunos autores también señalan que el periodo periovulatorio (días 10-14) es donde se concentran la mayor cantidad de lesiones (Yanguas et al., 2011).
Siguiendo con estos últimos autores, en su artículo “Lesión del ligamento cruzado anterior en fútbol femenino” se afirma lo siguiente: “un ángulo Q aumentado en el sexo femenino fue propuesto como factor de riesgo para las lesiones del LCA, aunque esta medición, de carácter estático, no parece ser suficiente para justificar su lesión. Parámetros de activación del aparato extensor de la rodilla se han propuesto como factores de riesgo de lesión del LCA”. Además, un surco intercondíleo más estrecho influye en la lesionabilidad del LCA por “un probable fenómeno de compromiso entre el ligamento y elementos óseos vecinos”.
Otro de los factores señalados según Romero-Moraleda, Cuéllar, González, Bastida, Echarri, Gallardo & Paredes (2017) son la pronunciación del valgo de rodilla, la hiperextensión de rodilla, el pie pronador, la rotación externa de la tibia y la debilidad del glúteo medio, lo que provoca un incremento en la báscula pélvica en el plano frontal y, por lo tanto, el valgo de rodilla. En el fútbol concretamente y en aquellos deportes en general donde tienen lugar acciones como las paradas y las frenadas, las jugadoras tienen una mayor proporción de lesión de LCA.
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Programas de prevención de lesiones
Puesto que la mayor parte de las lesiones analizadas en la investigación realizada por Del Coso y colaboradores (2018) tuvieron un mecanismo sin contacto, deberían desarrollarse estrategias preventivas con el objetivo de reducir este tipo de lesiones.
Existen algunos programas de calentamiento multicomponentes (Robles-Palazón & de Baranda, 2017) como el FIFA 11+ – diseñado por el Centro Médico y de Investigación de la FIFA, F-MARC, junto con el Centro Deportivo Traumatológico y de Investigación de Oslo –, que han conseguido una reducción de las lesiones en el fútbol de manera significativa (Del Coso et al., 2018), en el que se incluyen ejercicios dinámicos, los cuales se centran en los factores intrínsecos modificables y más importantes que acontecen en las extremidades inferiores.
Por otra parte, algunos autores han demostrado que el entrenamiento neuromuscular y pliométrico en pretemporada, pueden disminuir las tasas de lesiones en la rodilla en las jugadoras de fútbol femenino (Giza et al., 2005).
Existen otros programas de prevención (PEP, KLIP y HarmoKnee) que contienen protocolos de calentamiento con ejercicios enfocados a mejorar la fuerza neuromuscular, los estiramientos, la pliometría, el equilibrio, el core y la corrección de la técnica de amortiguación del saltos y cambios de dirección (Romero-Moraleda, et al., 2017), siendo efectivos al realizarlos un mínimo de 2 veces por semana entre 20 y 30 minutos.
Aunque lo ideal será, siempre, realizar programas de prevención individualizados a cada jugadora, teniendo en cuenta sus características concretas y sus deficiencias para poder elaborar un plan de prevención óptimo, que les permita reducir al mínimo la probabilidad de padecer una lesión.
Referencias:
Ali, A. (2011). Measuring soccer skill performance: a review. Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports, 21(2), 170-183. http://doi.org/10.1111/j.1600-0838.2010.01256.x
Del Coso, J., Herrero, H., & Salinero, J. J. (2018). Injuries in Spanish female soccer players. Journal of Sport and Health Science, 7(2), 183-190.
Fédération Internationale de Football Association (FIFA). Women’s Football Survey. Zurich: FIFA; 2014.
Giza, E., Mithöfer, K., Farrell, L., Zarins, B., & Gill, T. (2005). Injuries in women’s professional soccer. British journal of sports medicine, 39(4), 212-216.
Llana Belloch, S., Perez Soriano, P., & Lledo Figueres, E. (2010). The Epidemiology on Soccer: A Systematic Review. Revista Internacional De Medicina Y Ciencias De La Actividad Fisica Y Del Deporte, 10(37), 22-40.
Llopis Goig, R., & Alabarces, P. (Eds.). (2009). Fútbol postnacional: transformaciones sociales y culturales del «deporte global» en Europa y en América Latina. Rubí (Barcelona): Anthropos.
Mercé, J. (2003). Un estudio descriptivo de las características técnicas, física y motivacionales de escuelas deportivas de fútbol (alevines, infantiles y cadetes). Tesis Doctoral: Universidad de Valencia.
Robles-Palazón, F., & de Baranda, P. S. (2017). Programas de entrenamiento neuromuscular para la prevención de lesiones en jóvenes deportistas. Revisión de la literatura. SPORT TK-Revista EuroAmericana de Ciencias del Deporte, 6(2), 115-126.
Rodríguez-Miñón, B. C. (2011). Comparación de diferentes temporadas en el fútbol femenino con y sin protocolo de prevención de lesiones. AGON, 1(1), 18-28.
Romero-Moraleda, B., Cuéllar, Á., González, J., Bastida, N., Echarri, E., Gallardo, J., & Paredes, V. (2017). Revisión de los factores de riesgo y los programas de prevención de la lesión del ligamento cruzado anterior en fútbol femenino: propuesta de prevención. RICYDE. Revista internacional de ciencias del deporte, 13(48), 117–138.
Tegnander, A., Olsen, O. E., Moholdt, T. T., Engebretsen, L., & Bahr, R. (2008). Injuries in Norwegian female elite soccer: a prospective one-season cohort study. Knee Surgery, Sports Traumatology, Arthroscopy, 16(2), 194-198.
Yanguas, J., Til, L., y Cortés, C. (2011). Lesión del ligamento cruzado anterior en fútbol femenino. Estudio epidemiológico de tres temporadas. Apunts. Medicina de l’Esport, 46(171), 137-143.