Si existe una tarea de entrenamiento conocida por todo el mundo, esta son los rondos en fútbol, utilizados a nivel mundial en diferentes contextos, recreación, formación y profesional
Estos pueden ser definidos como un tipo de juego reducido basado en el mantenimiento-recuperación de la pelota desde una posición inicialmente prefijada. Realizando una definición más concreta, podemos decir que es un juego reducido utilizado para reforzar la resolución de problemas, basado en el mantenimiento de la posesión por un equipo en superioridad y la recuperación por un equipo en inferioridad dentro de un espacio reducido.
Ahora os lanzo una pregunta, ¿Cómo entrenadores los estamos, utilizando bien? ¿Nos sirven como herramienta para ir guiando al jugador a lo que debe hacer o es una forma más lúdica de terminar un calentamiento previo a la sesión? A lo largo de este artículo iremos desgranando sus beneficios y cómo podemos sacarle el máximo partido para mejorar nuestro juego colectivo.
Antes de comenzar a hablar de los beneficios que nos aportan los rondos en fútbol como forma introductoria de nuestro modelo de juego, es fundamental conocer el significado de dos conceptos. Primero ¿qué es el modelo de juego? Puede ser definido como el conjunto de comportamientos individuales y colectivos que pretendemos que nuestro equipo manifieste de forma fiel a lo largo de los partidos (Rodríguez, 2018). Por otro lado, el juego de posición se trata de un estilo de juego el cual, consiste en la organización del equipo a través del balón, es decir, estar en la posición adecuada en función del dónde y cómo se encuentre el esférico (Rodríguez, 2018).
Algunos grandes del fútbol como Juan Manuel Lillo, nos dice que debemos cambiarle el nombre a juego de ubicación, ya que no nos basta únicamente estar bien posicionado, si no que debemos estar en el lugar y en el momento adecuado bien orientado para poder adelantarnos a lo que se va a producir a continuación.
Cómo entrenadores, además de los matices que podemos darle a los rondos en fútbol, existen una serie de aspectos que se trabajan de forma implícita siempre.
La técnica de control-pase: El fútbol actual cada vez es más dinámico, la pelota siempre está en movimiento y un jugador muchas veces tiene milésimas de segundo para decidir la mejor opción. Por ello, los rondos en fútbol son una gran herramienta para trabajar las orientaciones corporales y de los controles en función del móvil, compañeros y rivales. Limitar el número de contactos puede ser útil en determinados momentos, pero personalmente, soy partidario de no hacerlo y dejar al jugador decidir si la situación requiere uno, dos o tres toques, y a partir de ahí, ayudarlo a entender porqué es mejor escoger una opción u otra.
Apoyos y desmarques: Los jugadores en este tipo de tarea, deben aprender a no enconderse detrás del rival, para ello, es importante que estén dando siempre opciones de pase al portador del balón. Los compañeros del atacante con balón, tienen que aprender e interpretar cuando deben moverse para que haya una línea de pase y cuando deben quedarse quietos para poder recibir con ventaja. Saber aplicar correctamente el número de jugadores por rondo y las dimensiones de este es fundamental para que se produzca dicho comportamiento.
Percepción del entorno y anticipación: Como mencionamos con anterioridad, un jugador debe decidir la opción más correcta en milésimas de segundo, por ello dichas tareas son de gran ayuda para los jugadores, los obliga a decidir antes de recibir. Están obligados a recoger información constantemente del entorno y no focalizar su atención al 100% en el balón.
Concentración e intensidad: Algo fundamental para que los rondos en fútbol sea una tarea eficiente en nuestra sesión. El nivel de implicación y concentración debe ser muy alto para poder cumplir los objetivos marcados previamente y poder ir incorporando conceptos nuevos a lo largo de una temporada. En este aspecto, la actitud del entrenador y sus ayudantes cobra gran importancia, serán los que motiven al jugador y fomenten la competitividad.
Analizando todo los expuesto anteriormente, parece que a través de los rondos en fútbol vamos a conseguir grandes beneficios en todo momento, pero no es así. No sirve con copiar la terea que veamos en la televisión, o al entrenador de moda. Antes de plantearlos debemos reflexionar sobre por qué lo hacemos, para quién lo hacemos y si realmente es útil para nuestro modelo de juego.
Si los hacemos por hacer, corremos el riesgo de que nuestros jugadores acaben pasándose la pelota sin ningún sentido, lo que puede producir comportamientos no deseados a lo largo de un partido. Es en este aspecto, en dónde se verá al buen entrenador, el que consigue diseñar y elegir las tareas de entrenamiento adecuadas para sus equipos.
Para finalizar, las reglas de provocación que utilicemos en este tipo de tareas, serán las que logren que los jugadores trabajen un aspecto del juego u otro. De la misma forma, un mismo rondo en función de cuales sean las prioridades y premios puede trabajar tanto aspectos ofensivos como defensivos. Por ejemplo, en un rondo clásico de 4 contra 1, cambia mucho si premiamos que el jugador de dentro evite el pase del ATC con el que tiene enfrente a que si motivamos al ATC juegue con el que está enfrente.
A priori puede parecer la misma tarea, pero el matiz del premio marca la diferencia, en el primero el carácter de la tarea es principalmente defensivo, el jugador que está dentro debe focalizar su atención en la orientación corporal del jugador al que presiona, su capacidad para ver y observar posibles movimientos de receptores a sus espaldas. Mientras que el segundo los jugadores de fuera buscarán dar el pase para superar líneas de presión.
Como reflexión final, los rondos en fútbol pueden ser una gran herramienta dentro de la parte final de un calentamiento o principio de la parte principal, nos ayudan a ir introduciendo a los jugadores los principios que se trabajarán ese día. Pero, para ello, es fundamental tener claro que principios de nuestro modelo de juego queremos trabajar, el objetivo principal de la tarea y, en función a este, prepararnos las consignas adecuadas para incentivar que se cumplan estos objetivos.
Bibliografía
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